Fallece Juan Carlos Lasheras, doctor honoris causa por la UPM

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Era ingeniero aeronáutico por la Universidad Politécnica de Madrid y doctor honoris causa por esta Universidad.

Juan C. Lasheras, doctor honoris causa por la UPM

Juan C. Lasheras, Profesor Distinguido de Ingeniería Mecánica y Aeroespacial y de Bioingenería en la Universidad San Diego, California, falleció el pasado 1 de febrero de 2021 después de una breve batalla contra el cáncer. Tenía 69 años.

El profesor Lasheras tuvo un papel fundamental en la puesta en marcha del programa de Ingeniería Aeroespacial de la Universidad de San Diego, California  (UCSD) y también en la creación del Departamento de Ingeniería Mecánica y Aeroespacial de esta universidad. Cuando el Departamento de Mecánica Aplicada y Ciencias de la Ingeniería se dividió en dos en 1999, Juan Carlos Lasheras ejerció como director del nuevo Departamento. También fue el creador del Centro de Dispositivos Médicos (Center for Medical Devices) de la UCSD y desempeñó el puesto de decano interino de la Escuela de Ingeniería en 2012. Desde 2007, dirigió la Cátedra Stanford and Beverly Penner Distinguished Chair in Applied Sciences, en la misma universidad.

Más allá de su actividad en la UCSD, el profesor Lasheras recibió una gran cantidad de premios y distinciones. Fue miembro de la Academia Nacional de Ingeniería y de la Academia Nacional de Inventores. También de la Real Academia de Ingeniería Española. Fue investido doctor honoris causa por las Universidades Politécnica de Madrid (UPM) y Carlos III. Fue un brillante investigador, un líder visionario, un mentor comprensivo, un educador comprometido y una persona con una presencia que trasciende más allá de su muerte en Departamento de Ingeniería Mecánica y Aeroespacial de la UCSD y en el Jacobs School of Engineering. Mucho más que eso, fue un querido amigo y colega.

Juan nació en Valencia (España) y pasó la mayor parte de sus primeras etapas formativas en Murcia, donde su padre, un matemático de formación, estaba destinado como coronel del Ejército del Aire. A la edad de 18 años, Juan comenzó sus estudios en Ingeniería Aeronáutica en la Universidad Politécnica de Madrid. Sin embargo, sus planes académicos se vieron interrumpidos por la muerte de su padre en el primer año de sus estudios. Con el objetivo de ayudar a mantener a su familia, volvió a Murcia donde, durante los años siguientes, trabajó como profesor y director de una academia de preparación para futuros cadetes del Ejército del Aire. Durante ese tiempo y dados los más de 300 km que separan ambas ciudades, no pudo asistir a sus clases en Madrid, y preparó sus exámenes utilizando los apuntes de sus compañeros. A pesar de estos desafíos, se graduó entre los primeros de su clase.

Tras su graduación en 1977, consiguió una beca Guggenheim para continuar sus estudios en la Universidad de Princeton, bajo la tutela académica del profesor Irv Glassman, un renombrado científico del campo de la combustión. Fue en Princeton cuando Lasheras comenzó a desarrollar sus habilidades como un creativo experimentador. Diseñó desde cero un dispositivo de combustión que por primera vez permitía investigar los mecanismos de la explosión disruptiva de multicomponentes y de gotas de combustible emulsionadas.

Su trabajo pionero atrajo la atención del departamento de investigación de Shell Corporation, que le contrató como uno de sus investigadores científicos para dirigir su grupo de combustibles en el Royal Dutch Shell Laboratory de Amsterdam.

En 1983, Juan volvió a Estados Unidos como profesor asociado del Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Carolina del Sur. En los años siguientes, empleó sus habilidades en el campo de la experimentación para investigar un gran número de problemas relacionados con la mecánica de fluidos y sus aplicaciones a la propulsión aeroespacial. Sus experimentos ayudaron a clarificar la estructura y la estabilidad de las capas mixtas de turbulencia y los jets, así como también los regímenes de atomización líquida relevantes para el diseño de los motores de cohetes.

Fue durante esta etapa en Los Ángeles cuando conoció a Alexis, con quien se casó en 1985. Convertido ya en un conocido experimentador, Juan se incorporó a la UCSD en el Departamento de Ingeniería Mecánica y Aeroespacial en 1991. Al tiempo que desarrollaba un proyecto de investigación sobre problemas de flujo aplicados a la ingeniería, las muertes de dos de sus hermanas a temprana edad le llevaron a interesarse por la Biomedicina.

Guiado en sus etapas iniciales por el profesor Shu Chien, Profesor Distinguido de Bioingeniería y Medicina en la UCSD, Juan fue capaz de construir una brillante carrera en un corto plazo trabajando en las conexiones entre la Mecánica, la Biología y la Medicina.

El trabajo de Juan ha conducido también a importantes avances en la biomecánica. Abordó una gran cantidad de problemas y aplicaciones en el nivel macroscópico, incluyendo técnicas endovasculares para inducir y controlar la hipotermia leve, los flujos sanguíneos inestables o el riesgo de ruptura de los aneurismas intracraneales y aórticos. Más recientemente, su trabajo se centró en el flujo cerebroespinal en el sistema nervioso central y su papel en los sistemas de administración de fármacos intratecales o subaracnoideos. Sus contribuciones son igualmente importantes a nivel celular, e incluyen el desarrollo de un nuevo método microscópico tridimensional para forzar la tracción celular y clarificar algunas de las vías de generación de fuerzas de tracción de las células durante sus migraciones.

Aunque su trabajo estuvo dirigido fundamentalmente hacia su interés en los mecanismos físicos subyacentes, siempre fue  un verdadero ingeniero con interés por las últimas aplicaciones.

Es titular de más de 50 patentes, incluyendo la de un catéter sanguíneo endovascular capaz de enfriar la sangre que puede ser empleado como regulador del calor, el primer dispositivo que ha sido aprobado por la FDA para enfriar rápidamente el cuerpo después de una parada cardíaca con el objetivo de  proteger al cerebro de sufrir posibles daños.

El estilo investigador del profesor Lasheras combinaba una sobresaliente habilidad para identificar problemas relevantes que necesitaban una mayor comprensión y cuantificación, con un profundo conocimiento de los elementos clave involucrados tanto a nivel físico como a nivel biológico. A través de un extraordinario conocimiento de los fenómenos físicos, los describía de forma clara y concisa y fue capaz de diseñar experimentos que revelaban fenómenos subyacentes desde una mínima complejidad. Aunque era un experimentador de formación, estaba interesado en los problemas complejos que requerían una aproximación multidisciplinar.

Su éxito fue el resultado de su gran habilidad para formar y motivar equipos de investigación que incorporaban expertos de diferentes disciplinas capaces de aportar una gran cantidad de herramientas de investigación. Las excepcionales habilidades interpersonales y comunicativas de Juan fueron clave en su capacidad para promover y favorecer la colaboración de personas de procedencia y conocimientos muy diversos, facilitando de forma exitosa la interacción entre biólogos, médicos e ingenieros eléctricos, mecánicos o aeroespaciales.

Juan también fue un comunicador excepcional. Era conocido por su habilidad para explicar ideas muy complejas en términos muy sencillos. En cualquier reunión de laboratorio, podía explicar los diferentes papeles de la viscosidad y las fuerzas de presión en el flujo sanguíneo a un médico, y después explicar la fisiología de un glóbulo rojo a un ingeniero. Estas habilidades comunicativas le convirtieron en un profesor extremadamente eficaz y querido por los estudiantes. Éstos le daban siempre las mejores valoraciones y, en múltiples ocasiones, fue nombrado Profesor del Año por el Departamento de Ingeniería y Mecánica Aeroespacial y por la División de Ingenieros de la Tau Beta Pi Engineering Honor Society. También era requerido en los campus para formar parte de los comités académicos de los distintos centros.

El profesor Lasheras fue extremadamente generoso con su tiempo. De algún modo, parecía tener interminables horas disponibles, tanto para las discusiones importantes como para las conversaciones amistosas, sintiéndose cómodo en ambas. Nunca rechazó una petición cuando se necesitaba su ayuda o su consejo. Durante muchos años, ejerció como presidente  de la Junta de Asesores del Instituto de Ingeniería Biomédica de la Universidad Carlos III en Madrid, donde ayudó a organizar el grado de Bioingeniería en colaboración con su amigo Shu Chien.

Juan también fue muy activo al servicio de la comunidad científica, como editor asociado del Journal of Fluid Mechanics y como participante en diferentes actividades de la Sociedad Americana de Física (American Physical Society- APS) y del Instituto Nacional de Salud (National Institute of Health - NIH). Además, desarrolló labores de secretario y tesorero de la División de Fluidos Mecánicos de la APS y, más tarde, como director de dicha división. Durante ese tiempo fue también miembro del Comité Ejecutivo de la APS y estuvo al frente en dos ocasiones del Comité Organizador de las reuniones anuales de la asociación, habiendo recibido previamente el premio F .N. Frenkiel Award, otorgado por  ésta, en la categoría de Fluidos Dinámicos y siendo elegido Fellow de la misma.

También estuvo muy implicado en los estudios del NIH donde, durante siete años, ejerció como miembro permanente de la Sección de Estudios de Modelización y Análisis de Sistemas Biológicos (Study Section on Modeling and Analysis of Biological Systems). Allí contribuyó enormemente en diferentes actividades, intentando siempre asegurarse de que había hecho lo mejor para la comunidad científica.

Más allá de todos los reconocimientos y elogios que ha recibido por su trayectoria profesional, Juan era una persona generosa y solícita. Consiguió un profundo impacto en los estudiantes, el personal y entre los docentes e investigadores de la UCSD. Su legado se hace evidente en las incontables anécdotas que ellos comparten, en las que se repiten las referencias al impacto de Juan en su carrera, sus consejos, su papel decisivo para que desarrollasen su trabajo en la UCSD o por la ayuda que les prestó tanto a ellos como sus familiares incluso en lo que se refiere a sus desafíos o inquietudes personales.

Fuera del trabajo era un excelente golfista, y un chef habilidoso. En su cocina aplicaba la misma creatividad que usaba en el laboratorio, siempre dispuesto a inventar nuevas recetas. Tanto él como Alexis disfrutaban compartiendo su tiempo con amigos, estudiantes y colegas y fueron anfitriones de numerosas reuniones en su casa de La Jolla.

Juan deja un extraordinario legado académico, no solo en lo que se refiere a sus contribuciones científicas, sino también en los incontables graduados, estudiantes, doctores y colegas que se han beneficiado de su docencia y de su tutoría.

Le sobreviven Alexis, su mujer desde hace 35 años, sus hermanos Maruja, Arsenio y Teresa y sus sobrinos nietos Javier, Carmen, Jose Maria, Arsenio, Luz, Jaime y Robbie

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