Javier Gándara es director general de easyJet para el sur de Europa y presidente de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA). Natural de Betanzos (La Coruña), es ingeniero aeronáutico por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), perteneciente a la XV promoción (plan 74, con estudios finalizados en 1995 en la especialidad de Aeropuertos, Navegación y Transporte Aéreo). Además, es graduado en Administración y Dirección de Empresas por la UNED, cuenta con un Executive MBA por el IE Business School, así como un Postgraduate Certificate in Air Transport Management por la City University de Londres.
También colabora como docente en el Máster en Gestión de Sistemas Aeronáuticos, título propio de posgrado de la UPM que se imparte en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio (ETSIAE), además de en otros centros. Es el autor del libro “Revolución en los Cielos: claves del éxito de las aerolíneas de bajo coste”, publicado por ITAérea Editorial.
Javier Gándara ha apadrinado la última edición de la feria AeroEmpleo y ha impartido la conferencia inaugural para hablar de cómo se matriculó en ingeniería aeronáutica casi por casualidad y de su exitosa trayectoria profesional tras su paso por la Universidad Politécnica de Madrid. En esta entrevista nos habla de los retos actuales del transporte aéreo y de cómo se encuentra el sector en materia de empleabilidad para las futuras generaciones de ingenieros.
Pregunta. Acaba de recibir el reconocimiento del Colegio Oficial de Ingenieros Aeronáuticos de España como Ingeniero del Año, ¿qué supone este premio para usted?
Respuesta. En primer lugar, ha sido algo completamente inesperado, por lo que cuando el Decano del COAIE me lo comunicó, una vez superada la sorpresa inicial, la sensación fue de un gran orgullo de haber recibido ese reconocimiento por parte de mis compañeros de profesión y, tras haber asimilado y madurado la noticia, creo que a nivel profesional es uno de los mayores reconocimientos que se pueden recibir, y de ahí mi agradecimiento y satisfacción.
P. Una de las motivaciones de dicho reconocimiento fue su papel como interlocutor con la Administración durante la pandemia, ¿ha sido su trabajo más complejo hasta la fecha?
R. No sé si el más complejo en cuanto a labor a realizar, pero si uno de los más importantes debido a lo que nos jugábamos, ya que las restricciones a la movilidad impuestas por la pandemia supusieron, en primer lugar, que todas las compañías aéreas tuviésemos que luchar por la supervivencia. Una vez que se pudo volver a volar, era fundamental conseguir enviar un mensaje claro a la ciudadanía de que era seguro hacerlo, y que las posibilidades de contagio a bordo de una aeronave eran muy bajas, donde tuvimos un rol muy activo. Por último, según la pandemia iba estando más bajo control era esencial el que las restricciones se fuesen gradualmente eliminando, y en todo ello la interlocución con las distintas administraciones fue esencial.
P. ¿Cómo valora la recuperación del transporte aéreo tras el fin de las restricciones covid?
R. Desde las compañías aéreas siempre hemos venido diciendo que era razonable esperar que durante 2023 o a lo más tardar en 2024 se recuperarían los tráficos pre-pandemia en España (hay que recordar que el año 2019, con el que siempre nos comparamos, fue el récord histórico de tráfico aéreo en España con 275 millones de pasajeros). Viendo lo que llevamos de 2023 y con las previsiones de oferta de plazas para el verano, que supera ya las operadas en el verano de 2019, es bastante probable que 2023 sea el primer año en que lleguemos a los tráficos pre-pandemia, aunque la incertidumbre sigue siendo máxima.
P. El sector aéreo tiene un papel estratégico para la economía de un país como España donde el turismo es un activo principal, pero, ¿qué otros beneficios aporta a la sociedad?
R. Teniendo en cuenta que más el 80% de los turistas internacionales que nos visitan lo hacen por vía aérea, es indudable el papel estratégico que tiene nuestra industria sobre el turismo y, consecuentemente sobre la economía en su conjunto. Pero más allá de dicho impacto, está el rol fundamental que el transporte aéreo juega en la conectividad, la cohesión territorial y en unir a las familias y a las personas, especialmente en un país como España con varios territorios extra-peninsulares.
P. Es el autor del libro “Revolución en los Cielos: claves del éxito de las aerolíneas de bajo coste”, ¿qué supuso para el sector la popularización del avión como medio de transporte?
R. Yo viví la época en la que volar era un lujo al alcance de una minoría de privilegiados, por lo que la democratización del transporte aéreo ha contribuido de manera capital a mejorar la vida de millones de personas, permitiéndoles irse de vacaciones a lugares más o menos lejanos, estar cerca y abrazar a sus seres queridos, y disfrutar de una serie de cosas impensables hace solo unos pocos años.
P. ¿Es la sostenibilidad el mayor reto en el presente y el futuro de la aviación? ¿Estamos preparados para afrontarlo?
R. Ciertamente, aunque la aviación supone alrededor del 3% del conjunto de emisiones de gases de efecto invernadero, es uno de los sectores de más difícil descarbonización. La industria en su conjunto tiene el compromiso de llegar a tener emisiones netas cero en 2050, en una hoja de ruta formada por cuatro pilares: la tecnología, las operaciones, el SAF y los mecanismos de mercado. El sector está más que preparado para afrontar ese reto, ya que siempre ha sido pionero en hacer frente a todo tipo de retos, pero es fundamental que desde los poderes públicos se comprendan los tiempos necesarios para que cada uno de esos pilares den sus frutos, y no nos lo carguemos en el camino.
P. ¿Qué escenarios de convivencia con las aeronaves tradicionales nos plantean los nuevos vehículos no tripulados en el espacio aéreo como los drones, aerotaxis…?
R. El mundo de los drones, aerotaxis, y en general todo lo que se refiere a la gestión del ecosistema U-space está teniendo un desarrollo exponencial, y se están invirtiendo muchos recursos en que la convivencia con el transporte aéreo convencional sea lo más transparente posible. Yo creo que esta integración es quizás el cambio más importante que ha experimentado la gestión de la navegación y el espacio aéreo desde que se empezó a controlar, pero estoy convencido de que se logrará superar este reto satisfactoriamente.
P. ¿Qué recuerda con más cariño de su etapa de estudiante universitario? ¿Qué posos le ha dejado su paso por nuestra Escuela?
R. Pues recuerdo mis años por la Escuela con mucho cariño, especialmente a algunos profesores como al recientemente fallecido Ramiro Fernández o a José Antonio González, Catedráticos de Transporte Aéreo y de Economía, respectivamente, a los que debo gran parte de lo que ha sido mi carrera profesional posterior. El paso por la entonces denominada ETSIA, hoy ETSIAE, me dio una preparación para afrontar cualquier tipo de problemas, tanto aeronáuticos como de otra índole, que creo que pocas instituciones académicas en España ofrecen, generando un conjunto de egresados de una calidad excepcional.
P. ¿Cómo era el mercado laboral para alguien que acababa la carrera de ingeniero aeronáutico cuando usted la finalizó, allá por los 90, y cómo es ahora para los recién titulados?
R. Pues la crisis posterior al año 1992 hizo que la situación laboral para un recién titulado fuese muy difícil, ya que apenas había ofertas de trabajo, y mucho menos dentro del sector. Todavía guardo como oro en paño todas las respuestas recibidas de muchas empresas (entonces se enviaba todo en papel) a mis innumerables envíos de CV solicitando empleo. De hecho, mi primera experiencia laboral fue trabajando para una consultora que trabajaba para la entonces llamada Airtel (hoy Vodafone) para buscar emplazamientos en donde poner las antenas de telefonía móvil, lo que supuso un experiencia inolvidable por una parte, y una cura de humildad por la otra. El mercado laboral ha cambiado drásticamente en los casi treinta años desde que yo me incorporé al mismo, pero yo creo que los recién titulados de la ETSIAE tienen un futuro prometedor, siempre y cuando tengan claro que su gran formación es una condición necesaria, pero no suficiente, para desarrollar una trayectoria profesional exitosa: a ella hay que añadirle una dosis importante de pasión por el trabajo bien hecho, y de esfuerzo y dedicación.
P. ¿Es el transporte aéreo un buen lugar donde comenzar una carrera profesional? ¿También para las ingenieras?
R. Yo soy un enamorado del transporte aéreo, especialmente porque estoy convencido de que ha cambiado la vida de millones de personas a mejor, y por ello me parece que es un muy buen lugar no solo para empezar sino para desarrollar toda una carrera profesional, tanto si es en compañías aéreas, en aeropuertos, navegación u otro tipo de servicios relacionados. En cuanto a la presencia de ingenieras en el mismo, cada vez hay más, lo que está redundando en un mejor desempeño a todos los niveles, pero sería deseable seguir mejorando la presencia femenina en el sector.
P. Como presidente de ALA conoce bien a las compañías aéreas, ¿qué perfil buscan en los nuevos titulados? ¿Cómo valoran a los egresados de la ETSIAE?
R. Las compañías aéreas son negocios en donde la supervivencia y la rentabilidad han sido siempre dos grandes retos, y donde hay que dejarse las cejas para conseguir, en el mejor de los casos, sacar unos pocos euros de beneficio a cada asiento que sacas a la venta. Por ello, es fundamental que las personas que se incorporen tengan una gran capacidad de sacrificio, algo que los egresados de la ETSIAE tienen a raudales, pero también ganas de seguir aprendiendo y sobre todo una gran pasión por el negocio. Los egresados de la ETSIAE están muy bien considerados en el sector, precisamente por el valor que aportan a las compañías a las que se incorporan, tanto en puestos técnicos como de gestión.