Aprendizaje experiencial con iDΣΛ Challenge

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Los equipos ganadores de este hackathon tecnológico explican cómo vivieron su participación en este proyecto de innovación educativa de la Universidad Politécnica de Madrid.

60 estudiantes de grado y máster de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio (ETSIAE) repartidos en 15 equipos, 5 horas de trabajo, 5 premios, y un reto aeronáutico desconocido. Este era el planteamiento de iDΣΛ Challenge, un hackathon tecnológico, pero también un proyecto de innovación educativa.

Los equipos toman posición y se desvela el reto al que deben enfrentarse "Medidas para abordar uno de los grandes retos en el ámbito del Urban Air Mobility: seguridad operativa, ruido ambiental, reducción de huella de carbono, descongestión del tráfico, etc." Y todos comienzan a trabajar en una primera fase de 40 minutos de duración que consiste en recopilar información, e investigar sobre el reto planteado.

En la siguiente etapa, la de ideación propiamente dicha, ponen a trabajar la metodología Design Thinking para encontrar de forma colaborativa una posible solución al problema planteado y la presentan en 1-2 minutos en forma de “speech”. En este punto, el jurado formado por profesionales del sector, elige qué 5 equipos pasan a la fase final, en la que evolucionan la idea y la detallan para realizar una presentación final de 5 minutos y defender su solución ante el jurado.

El jurado otorga 4 premios: comunicación, innovación, potencial de mercado y mejor idea global. A este premio se suma un premio popular decidido por los 60 participantes a uno de los 15 equipos.

Ideas de los equipos premiados
Ese premio popular fue concedido al equipo de David Estébanez, Andrés Pedraza, Daniel del Rio y Anabel Soria, todos estudiantes del MUSE. “Desarrollamos un sistema activo de cancelación del ruido en corredores aéreos mediante altavoces. Creemos que nos pudimos quedar fuera de la final debido a que la idea estaba poco desarrollada, pero ganamos el premio popular gracias a que la idea era creativa e hicimos una presentación divertida”.

El premio de “Comunicación” fue para cuatro estudiantes del Grado en Ingeniería Aeroespacial: Adrián Antón, Roberto Gutiérrez, Antonio Tabanera y David Pozo Estivariz. “Nuestra idea permitió dar en el limitado tiempo de presentación soluciones a gran parte de los problemas derivados del Urban Air Mobility (en cuanto a su implementación a corto plazo y su impacto urbanístico) de la manera más económica y eficaz explicando detalladamente cómo hacerlo”, afirman.

El premio de “Innovación” recayó en Miguel Di Stefano, Amalia Formoso, Mónica Alexandra García (estudiantes de MUIA) y Sergio Moreno (de GIA). “Ideamos un sistema de puntos de intercambio de niveles de vuelo distribuidos por toda la ciudad (concepto Smart City). En cada punto se sitúan edificios circulares cuyas paredes permiten la recarga de las baterías de los drones mediante inducción electromagnética. Los edificios son de gran altura, estructurados en tres niveles: el más bajo para emergencias; el segundo para paquetería, y la zona más alta para transporte de pasajeros”, explican.

El premio de “Potencial de Mercado” fue otorgado a un sistema centralizado para la gestión de ruta y toma de decisiones de la red de RPAS presentes en el espacio aéreo de una ciudad, pensado por Marcos Nistal (MUIA), Marcos Delgado (MUIA), Raquel Delgado-Aguilera(MUSTA) y Felice Carlo (MUIA). “Implementando el concepto ‘free route’ se emplea un modelo basado en infraestructuras y tecnología existente como la red 5G por su baja latencia y el sistema de posicionamiento Galileo del que se destaca su alta precisión”, sostienen.

Y el premio a “Mejor Idea Global” fue para Claudia Calle (GIA), Alejandro González (GIA), Ana Pariente (MUIA) y Alejandro Fiestras (MUIA). “Nuestra idea se llamaba 'Power pipe: el cañón eólico'. Se trataba de un cilindro enterrado verticalmente en el suelo y dotado de una plataforma con la capacidad de moverse verticalmente. Esta plataforma servía de catapulta de lanzamiento para RPAS, impulsada por un chorro de aire que generaba una hélice en la base del aparato. Los puntos fuertes de nuestra propuesta fueron, además de que era totalmente rompedora, que estaba alimentada por energía renovable y que disminuía el impacto ambiental tanto de la infraestructura (tanto a nivel visual, por estar enterrado en el suelo, como a nivel acústico, por estar aislado) como de los propios RPAS en su coste directo de operación (el impulso del cañón les permitía reducir el consumo en las etapas de lanzamiento y ascenso al nivel de vuelo requerido). Además, era una infraestructura capaz de integrar en el mismo espacio la operación de aeronaves tanto de ala fija como de ala rotatoria”, explican.

Colaboración universidad-empresa
Airbus, GMV, ITP Aero, AERTEC, Capgemini, GESNAER, GTA, Isdefe, Piedrafita Sport, PwC y Sociedad Aeronáutica Española han colaborado activamente tanto en las formaciones previas al evento como en el propio hackathon, aportando expertos como mentores o miembros del jurado y dando soporte en otros aspectos igualmente necesarios para llevarlo a cabo.

Durante la competición los equipos cuentan con la ayuda de mentores profesionales que son un apoyo fundamental para guiarles, pues al fin y al cabo se enfrentan a un reto real para la industria. “El trato con nuestra mentora Eva Rodríguez, de ITP Aero, fue cercano y agradable desde el primer minuto. Cuando nos salíamos, por poco que fuera, del buen camino estaba ella para recordarnos la dirección a seguir y explicarnos cualquier cosa que no termináramos de entender”, afirma el equipo ganador. En esa misma línea apuntan todos los equipos, “Nuestro mentor, Ramón Braun de PwC, nos guió a lo largo de todo el reto y nos mostró una nueva forma de afrontar y superar diferentes retos”, explica el equipo que consiguió la idea con mayor potencial de mercado.

El contacto con las empresas era otro de los puntos fuertes de la competición. “Nuestra principal motivación fue la participación en un challenge tecnológico y enfrentarnos a alguno de los retos que asume la industria aeroespacial a diario. También la posibilidad de conocer a las principales empresas del sector y cómo trabajan supuso un gran aliciente”, indica Marcos Delgado. “Debido a que no fuimos seleccionados aprovechamos para entablar conversaciones con los representantes de cada empresa y este contacto directo es muy positivo de cara a las prácticas del TFM”, explica Anabel Soria.

Las empresas, a través del reto, se implican de manera directa en la formación de los estudiantes y pueden identificar talento emprendedor y soluciones innovadoras. Desde AERTEC Solutions comentan que “ha sido una genial experiencia colaborar en el desarrollo de este evento donde se han dado cita talento e ilusión en partes iguales” y Hugo Calderon, representante de Capgemini destaca su papel como mentor “He sido mentor de un equipo de estudiantes con una excelente capacidad de generación de ideas y esfuerzo. Grandes valores para un futuro prometedor”.

Potenciando las habilidades transversales
“Uno de los objetivos primordiales de este hackathon es la oportunidad de convertir el proceso de trabajo en una manera de aprendizaje, esto es, tener un aprendizaje experiencial y vivencial y al mismo tiempo potenciar las competencias transversales demandadas por los empleadores: trabajo en equipo, comunicación, creatividad, liderazgo...”, sostiene Consuelo Férnandez, docente de ETSIAE y responsable de este proyecto de innovación educativa.

Muchos de los participantes no se conocían antes del día del challenge, como pasó con el equipo ganador. “Solo dos de nosotros nos conocíamos. Ninguno sabía cómo iba a ser trabajar con los demás, y pensamos que no llegaríamos demasiado lejos. Resultó que hubo buena sinergia entre los cuatro y que nos entendíamos muy bien al trabajar juntos”.

Los estudiantes valoran muy positivamente este tipo de iniciativas porque consiguen acercarnos a una dinámica real de trabajo y desarrollar habilidades transversales. “No te queda otra que tener que dialogar con tus compañeros, delegar tareas, organizarte, trabajar y todo de manera cooperativa y simultánea. Además, aporta un factor muy importante que es la capacidad de innovación y una gran carga de realidad ya que no gana la mejor idea sino la que más guste al jurado, lo que hace que te cambie mucho la perspectiva, ahora creemos que no hay que centrarse tanto en una buena idea, sino en una que vaya a gustar a tus clientes”, sostiene Adrián Antón.

En general, lo que más complicado les resultó fue la parte de la presentación oral. “Lo más difícil fue ser capaces de comunicar una idea clara, sencilla y atractiva a profesionales del sector”, expone Miguel Di Stefano. En esa misma línea apunta el equipo ganador: “Ninguno estaba acostumbrado a hablar en público. Esta es una de las habilidades transversales que más nos hace falta como ingenieros practicar, y este reto ha contribuido a ello. También a adaptar un discurso en función del tipo de público que tuviéramos: tanto estudiantes, como profesores, profesionales del sector, el jurado...”

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