Los persistentes vientos en altitud sobre el Centro Espacial de la Guayana (Kourou), donde la Agencia Espacial Europea (ESA) tiene su base de lanzamiento, han impedido hasta en un total de cuatro ocasiones en el último mes que la misión SSMS-PoC ponga rumbo al espacio.
En los dos últimos intentos, el pasado fin de semana, la cancelación fue “in extremis”, en el último parte meteorológico que se produce unos 20 minutos antes de la hora establecida para el lanzamiento. Todos estos retrasos e incertidumbre se deben a que el mes de junio no es el más propicio para lanzamientos espaciales desde Kourou, pero la pandemia del covid19 obligó a parar la campaña de lanzamiento fijada para marzo cuando tan sólo faltaban unos días para el momento culmen. Y ahora, con los satélites a bordo del cohete Vega, es el tiempo atmosférico el que no permite el ansiado lanzamiento.
Con este escenario, Arianespace ha considerado que no se puede determinar un nuevo lanzamiento para los próximos días y ha decidido “iniciar las operaciones para restablecer la plena disponibilidad del lanzador mediante la recarga de sus baterías”, así lo ha explicado Stéphane Israël, CEO de la compañía. Igualmente, está comprobando con sus clientes si es necesario realizar operaciones similares con los 53 satélites que Vega lleva a bordo, que proceden de 13 países distintos y entre los que se encuentra UPMSat-2.
Se va a definir, por tanto, un nuevo programa de operaciones. “La nueva fecha de lanzamiento prevista se comunicará al final de este proceso, y también tendrá en cuenta las limitaciones meteorológicas que se están dando en la zona de manera continuada”, afirma el comunicado de Arianespace.
La recarga de batería de UPMSat-2, aún por decidir
UPMSat-2 no necesita recargar su batería por el momento, aunque si será necesario o no hacer esa recarga antes del lanzamiento se decidirá en los próximos días, cuando se establezca la programación de las actividades y se conozca la nueva fecha de lanzamiento. En todo caso, estas actividades se realizarían de modo remoto, por personal de Arianespace, pero monitorizadas por el equipo técnico del Instituto Universitario de Microgravedad Ignacio Da Riva (IDR/UPM), que ha desarrollado el satélite.
Los investigadores el IDR se mantienen en todo momento en contacto con Kourou para trazar el nuevo plan de ruta y tomar las acciones necesarias para mantener al UPMSat-2 y sus cargas de pago embarcadas en condiciones seguras.
Además, junto con el grupo de investigación STRAST (Grupo de Investigación Sistemas de Tiempo Real y Arquitectura de Servicios Telemáticos), también de la UPM, se siguen realizando las actividades de mantenimiento y pruebas sobre la estación terrena situada en el campus de Montegancedo, a fin de tener todo a punto para la nueva fecha de lanzamiento.
Una misión de prueba de concepto
UPMSat-2, el segundo satélite de la Universidad Politécnica de Madrid, viajará al espacio en esta misión compartida con otros 52 microsatélites, nanosatélites y cubesats. Una misión de relevancia para 13 países y 21 clientes implicados y que es pionera al servir como prueba de concepto del dispensador SSMS (Small Spacecraft Mission Service), que liberará progresivamente los pequeños satélites que alberga en su interior en una secuencia coordinada hasta su órbita al llegar al espacio.
Plataforma con una doble finalidad: formativa y de demostración en órbita
El UPMSat-2 es un satélite universitario con finalidad educativa, pues en su diseño, integración y ensayo han tomado parte alrededor de 70 alumnos de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio (ETSIAE), concretamente del Máster Universitario en Sistemas Espaciales (MUSE) y del Grado en Ingeniería Aeroespacial (GIA). “Este aprendizaje tiene un valor incalculable para nuestros estudiantes, pues les permite integrarse en un proyecto real, enfrentándose a problemas ingenieriles, teniendo que aportar soluciones innovadoras, conociendo el trasfondo y los inconvenientes asociados a cualquier proyecto espacial, en definitiva, una experiencia que sólo se consigue haciendo, trabajando codo con codo con los expertos y tocando los componentes”, afirman los investigadores del IDR.
A ese propósito formativo se le suma el objetivo de ser una plataforma de demostración tecnológica en órbita. Durante los más de dos años de vida útil estimada pondrá a prueba los equipos que viajan en su interior como carga de pago. Estos responden a experimentos de innovación tecnológica de empresas españolas y europeas como el comportamiento de un conmutador térmico miniaturizado de nuevo desarrollo, propuesto por IberEspacio; las pruebas de un magnetómetro experimental de alta sensibilidad, de Bartington; la calificación en vuelo de la aviónica (E-BOX), desarrollado por Tecnobit; la monitorización de los efectos de la radiación a bordo, propuesto por Tecnobit y STRAST; la demostración del funcionamiento de una rueda de reacción en miniatura para control de actitud, de la empresa SSBV; el desarrollo de un nuevo sensor solar de bajo coste, y experimentos de control térmico y experimentos de control de actitud basados en el campo magnético terrestre, estos últimos todos de interés para el IDR.